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Alberto Montero nació en Valencia y se crió en el Puerto de Sagunto. En el año 2000 forma una poderosa banda de psicodelia llamada Shake con los que graba dos álbumes titulados Let Me Wear The Morning Sun (2005) y Twilight Sleep (2009), editados ambos por Greyhead, discográfica que edita sus siguientes trabajos. En 2008 saca un disco a su nombre en el que potencia su vertiente más folk sin perder los elementos lisérgicos que distinguen sus composiciones. En 2009 se traslada a Barcelona y con los Shake disueltos, continúa su carrera en solitario con un nuevo álbum titulado Claroscuro (2011) en el que la ciudad catalana y las inquietudes consecuentes a empezar una nueva vida, adquieren un considerable protagonismo. Alberto canta por primera vez en castellano y en ese segundo álbum introduce sensuales elementos latinoamericanos que se suman a su completo y original abanico creativo. El disco cuenta con la colaboración de Jesse Sparhawk, de la banda de folk progresivo Fern Knight.
Puerto Príncipe se grabó casi todo, entre el 28 de marzo y el 4 de mayo de 2013, en el mismo estudio que Claroscuro, El Sótano de Dani Cardona, en Valencia; y una parte en Manlay Studio, feudo del guitarrista de la banda que le acompaña, Román Gil. Ha sido masterizado por Enrique Soriano en Crossfade Mastering, de Valencia, y la producción ha corrido a cargo del propio Alberto y Román Gil que también se ha encargado de percusiones y bandoneón. El resto del grupo que grabó el disco estuvo integrado por Marcos Junquera a la batería y Xavi Muñoz al bajo. También ha contado con la inestimable colaboración, en algunos de los temas, de Pau Rodríguez “PapaDuPau” (Za!) a la trompeta, e Isabel Fernández Reviriego (Aries, ex-Charades), voz y coros; más Maya Fernández, flauta; Olga Beltrán, viola; Sonia Beltrán; cello, y Andrés Calatayud, violín. Destacar también que la portada es obra de Walrus and Eggman.
El nuevo disco de Alberto Montero está repleto de rincones sorprendentes, entre pasajes melódicos que rezuman pasión a raudales, y modulados por una rítmica multiétnica. Emerge con un magnífico instrumental, titulado como el álbum, a modo de sinfonía onírica preludio de una encantadora “noche de verano”. Se suceden los vaivenes del alma entre arpegios serenos y recorridos de percusión misteriosa en “Para nada”, perfilando momentos hipnóticos en el “hoy y ayer”. En el álbum transita por su cabeza toda una “manada de árboles”, buscando la niñez en el mundo del “Rey Monkiki”. Alberto nos arrulla con el “sol del mediodía”, y nos invita a “jugar al olvido”, mientras recorre el “camino” tocando madera por el bosque de la vida. Puerto Principe finalmente se sumerge en la soledad “dentro del mar” y, a pesar de las “indecisiones” producto de las filias y fobias, acaba optando por la búsqueda del “autoequilibrio” vital del que, con toda seguridad, todos nos encontraremos mucho más cerca tras escuchar este fabuloso trabajo discográfico.
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