Se marchó Rocío Dúrcal. ¡Ay! El mariachi se quedó huérfano. Y enmudecieron las rancheras, los boleros y las baladas. España y México se unieron en el dolor por la muerte de “la española más mexicana” y nunca, hasta aquel triste 26 de marzo de 2006, Europa y América estuvieron tan cerca, creando un único continente sentimental. Rocío Dúrcal, que para nosotros siempre será “más bonita que ninguna”, era mucho más que una cantante que consiguió el aplauso unánime de todo el público que habla y siente en español. Marieta, como la llamaban sus familiares y amigos, forma parte del bagaje cultural de muchos millones de ciudadanos del mundo que, generación tras generación, fueron testigos de su evolución como artista y como persona.
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