Tan solo una escucha de Adam Green & Binki Shapiro es suficiente para quedarse prendado. Con unos cuidados arreglos que nos traen ecos de la música folk-pop de finales de los sesenta y un diálogos fluidos entre los cantantes, estos duetos podrían ser el perfecto acompañamiento de un soleado día en California. Pero funciona mejor como banda sonora ideal del final de una oscura y solitaria noche en la gran ciudad. La atmósfera que la pareja conjura con rasgueos de guitarra y capas de sintetizadores, sugieren una posibilidad romántica, pero las letras son más dulces y melancólicas, cuidadosamente pero cándidamente hablando de la traición, la incipiente rotura de un corazón y el desacuerdo conyugal. Es un acercamiento que se hace convincente tras varias escuchas, según se van sucediendo los dramas, y es algo que sorprendió incluso a Green y Shapiro según su primer disco conjunto fue tomando forma.
Por separado, Green y Shapiro han sido desde hace mucho tiempo figuras importantes dentro de la escena indie, adorados por su sensibilidad (él) y su estilo elegante (ella). Como parte de la escena “anti-folk” de Nueva York a finales de los 90, Adam Green destacó como parte del grupo Moldy Peaches, su dúo con Kimya Dawson que disfrutó de un éxito mainstream al recibir un grammy por la banda sonora de la película independiente Juno (2007). En el momento en que el mundo musical descubría a Mouldy Peaches, Green ya estaba embarcado en su propia carrera en solitario como cantante-compositor, artista visual y cineasta, disfrutando del éxito en Europa con canciones como “Jessica” (un lamento por la señora Simpson) y “Emily”.
<<ver directo<<<<
Shapiro es una tercera parte de Little Joy, el trio con acento brasileño de Los Ángeles formado con Fabrizio Moreti de los Strokes y Rodrigo Amarate del combo brasileño Los Hermanos que encantó tanto a público como a crítica con su debut homónimo de 2008. Shapiro ya era conocida entre los entendidos por su colaboración en el vídeo de Beck de su disco de 2006 The Information y por las deliciosas versiones de las canciones de Leonard Cohen que Beck subió en su blog Record Club. Shapiro ha sido también protagonista en revistas de moda por su look retro así como por su talento vocal, y Los Angeles Times la ha nombrado recientemente como una de las artistas a seguir de “30 Under 30” (las 30 por debajo de 30).
Green, que hizo coros en el disco de Little Joy, se hizo amigo de ella al ser telonero de su gira brasileña. Supo entonces que quería trabajar con ella, incluso aunque no se le ocurrió qué tipo de colaboración podría ser: “Me gustó la voz de Binki muchísimo – es increíble – y era la persona en mi top 1 de posibles colaboraciones”.
A pesar de que ha vuelto a Los Ángeles, Shapiro estuvo viviendo en Nueva York cuando ella y Green empezaron a explorar lo que podrían crear juntos. Su afinidad mutua fue inmediata. En el apartamento de Shapiro, apuntaban ideas de letras en tarjetas y las colocaban por el suelo. Green recuerda, “nos dimos cuenta de que podíamos ponernos de acuerdo sobre lo que era bueno y lo que no, fuimos buenos críticos con el gusto y la sensibilidad del otro. Fuimos capaces de ponernos de acuerdo en cómo tenían que ser las canciones”.
Shapiro cuenta: “…fue algo muy vulnerable, sentarse allí y enseñarle tus letras a alguien, tus ideas y palabras y abrirte a ser criticado. Pero resultó todo muy natural y fácil. Conseguimos cosas del otro que por nosotros mismos nunca hubiéramos sacado”.
La experiencia demostró ser más catártica de lo que habían imaginado. Se dedicaron a hablar de la aventura romántica de cada uno en aquel momento y sus composiciones se convirtieron en un canal de las emociones de su vida real. No solo decidieron hablar de lo que pensaban, pero también de leerle la mente al otro, encontrando palabras de forma intuitiva sobre lo que podía sentir la otra persona. Eso trajo libertad así como empatía a su trabajo, permitiendo al material ser totalmente honesto, incluso cuando el uno cantaba las palabras del otro.
“Los dos estábamos pasando por un periodo transitorio de cosas”, admite Green, “situaciones románticas disfuncionales. Había algo existencial en todo; dos personas que cantan juntas pero que se sienten muy aisladas. Es algo un poco extraño, el que yo escribiera sobre la ruptura de Binki y ella sobre la mía. Escribía algo y pensaba, ‘esto es perfecto para que lo diga Binki’. Y sentía que ella pensaba de la misma manera conmigo”.
“Es interesante cuando compones pensando que otra persona cantará las letras” dice Shapiro. “Le quitas toda la vanidad. Dices lo que quieres decir. Creó un espacio más libre para escribir lo que queríamos”. Green dice “los dos somos muy románticos y queríamos hacer que este disco lo fuera mucho, pero terminó siendo más reflexivo que otra cosa. No me lo imaginé antes de hacer este disco y no puedo pensar en un punto de referencia, otro disco que tenga ese sentimiento”.
Nunca antes un disco de duetos ha sonado tan armonioso y aun así agridulce. Green y Shapiro sobresalen como confidentes, espíritus afines, traduciendo circunstancias personales complicadas en canciones creadas de forma magistral, desde la cascada de voces angelicales del track inicial “Here I Am”, hasta los sonidos psicodélicos de “I Never Found Out” y el interludio de guitarras surf de “What´s the Reward”, hasta el elegante waltz de cierre “The Nighttime Stopped Bleeding”. Esta intimidad puede tener su explicación en el proceso de composición; la pareja se enclaustró cada vez que quedaban, volando de NY a Los Ángeles frecuentemente para trabajar en las canciones. Una vez contentos con el resultado de su creación, Green y Shapiro grabaron en un estudio de Encino, California, junto con el músico y productor Noah Georgeson (Devendra Banhart, Joanna Newson, Little Joy), el multi-instrumentista Josiah Steinbrick, el batería Jason Boesel y Todd Dahlhoff.
Por separado, Green y Shapiro han sido desde hace mucho tiempo figuras importantes dentro de la escena indie, adorados por su sensibilidad (él) y su estilo elegante (ella). Como parte de la escena “anti-folk” de Nueva York a finales de los 90, Adam Green destacó como parte del grupo Moldy Peaches, su dúo con Kimya Dawson que disfrutó de un éxito mainstream al recibir un grammy por la banda sonora de la película independiente Juno (2007). En el momento en que el mundo musical descubría a Mouldy Peaches, Green ya estaba embarcado en su propia carrera en solitario como cantante-compositor, artista visual y cineasta, disfrutando del éxito en Europa con canciones como “Jessica” (un lamento por la señora Simpson) y “Emily”.
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Shapiro es una tercera parte de Little Joy, el trio con acento brasileño de Los Ángeles formado con Fabrizio Moreti de los Strokes y Rodrigo Amarate del combo brasileño Los Hermanos que encantó tanto a público como a crítica con su debut homónimo de 2008. Shapiro ya era conocida entre los entendidos por su colaboración en el vídeo de Beck de su disco de 2006 The Information y por las deliciosas versiones de las canciones de Leonard Cohen que Beck subió en su blog Record Club. Shapiro ha sido también protagonista en revistas de moda por su look retro así como por su talento vocal, y Los Angeles Times la ha nombrado recientemente como una de las artistas a seguir de “30 Under 30” (las 30 por debajo de 30).
Green, que hizo coros en el disco de Little Joy, se hizo amigo de ella al ser telonero de su gira brasileña. Supo entonces que quería trabajar con ella, incluso aunque no se le ocurrió qué tipo de colaboración podría ser: “Me gustó la voz de Binki muchísimo – es increíble – y era la persona en mi top 1 de posibles colaboraciones”.
A pesar de que ha vuelto a Los Ángeles, Shapiro estuvo viviendo en Nueva York cuando ella y Green empezaron a explorar lo que podrían crear juntos. Su afinidad mutua fue inmediata. En el apartamento de Shapiro, apuntaban ideas de letras en tarjetas y las colocaban por el suelo. Green recuerda, “nos dimos cuenta de que podíamos ponernos de acuerdo sobre lo que era bueno y lo que no, fuimos buenos críticos con el gusto y la sensibilidad del otro. Fuimos capaces de ponernos de acuerdo en cómo tenían que ser las canciones”.
Shapiro cuenta: “…fue algo muy vulnerable, sentarse allí y enseñarle tus letras a alguien, tus ideas y palabras y abrirte a ser criticado. Pero resultó todo muy natural y fácil. Conseguimos cosas del otro que por nosotros mismos nunca hubiéramos sacado”.
La experiencia demostró ser más catártica de lo que habían imaginado. Se dedicaron a hablar de la aventura romántica de cada uno en aquel momento y sus composiciones se convirtieron en un canal de las emociones de su vida real. No solo decidieron hablar de lo que pensaban, pero también de leerle la mente al otro, encontrando palabras de forma intuitiva sobre lo que podía sentir la otra persona. Eso trajo libertad así como empatía a su trabajo, permitiendo al material ser totalmente honesto, incluso cuando el uno cantaba las palabras del otro.
“Los dos estábamos pasando por un periodo transitorio de cosas”, admite Green, “situaciones románticas disfuncionales. Había algo existencial en todo; dos personas que cantan juntas pero que se sienten muy aisladas. Es algo un poco extraño, el que yo escribiera sobre la ruptura de Binki y ella sobre la mía. Escribía algo y pensaba, ‘esto es perfecto para que lo diga Binki’. Y sentía que ella pensaba de la misma manera conmigo”.
“Es interesante cuando compones pensando que otra persona cantará las letras” dice Shapiro. “Le quitas toda la vanidad. Dices lo que quieres decir. Creó un espacio más libre para escribir lo que queríamos”. Green dice “los dos somos muy románticos y queríamos hacer que este disco lo fuera mucho, pero terminó siendo más reflexivo que otra cosa. No me lo imaginé antes de hacer este disco y no puedo pensar en un punto de referencia, otro disco que tenga ese sentimiento”.
Nunca antes un disco de duetos ha sonado tan armonioso y aun así agridulce. Green y Shapiro sobresalen como confidentes, espíritus afines, traduciendo circunstancias personales complicadas en canciones creadas de forma magistral, desde la cascada de voces angelicales del track inicial “Here I Am”, hasta los sonidos psicodélicos de “I Never Found Out” y el interludio de guitarras surf de “What´s the Reward”, hasta el elegante waltz de cierre “The Nighttime Stopped Bleeding”. Esta intimidad puede tener su explicación en el proceso de composición; la pareja se enclaustró cada vez que quedaban, volando de NY a Los Ángeles frecuentemente para trabajar en las canciones. Una vez contentos con el resultado de su creación, Green y Shapiro grabaron en un estudio de Encino, California, junto con el músico y productor Noah Georgeson (Devendra Banhart, Joanna Newson, Little Joy), el multi-instrumentista Josiah Steinbrick, el batería Jason Boesel y Todd Dahlhoff.
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