Termonuclear. (De termo- y nuclear).
Así, como suena. Confirma Coque Malla que sí, que en el germen de Termonuclear estuvo una ruptura, unida, para más inri, a intensos cambios vitales. Sin embargo, en lugar de dar con los huesos en el agujero oscuro de la depresión, logró que brotaran las canciones y que durante todo un año estuviera dando forma a nuevos temas —que conforman como un diario de ese tiempo; los incluidos en el disco—; en lo que Coque denomina "un año¡ termonuclear, un viaje emocional tremendo". Un año que no cambiaría por nada: "Ha sido apasionante, vivido con gran intensidad, lo he vomitado componiendo, ensayando, grabando. No siento que han sido fantasmas que me tenía que quitar de encima, al contrario, es algo que viviría todos los años. Las canciones ayudan a ponerlo en orden, a relativizar, no era un bajón que me tenía que sacar de encima, era algo muy intenso y muy bonito de vivir. ¡Ha sido el mejor año de mi vida!". En todo caso, los cazadores de versos apegados a la verdad que sepan desde ya que "las canciones de Termonuclear nacen de una experiencia real pero, afortunadamente, se convierten en ficción, se transforman en cómo te gustaría que fueran las cosas o cómo te gustaría que hubieran sido". Y es que ahí, en la escritura, surge el gran compositor, el talento del que sabe manejar materiales sensibles y personales y convertirlos en creación universal, de esa en la que todos, por igual, podemos sentirnos reflejados. Y Coque Malla, en este disco, a la hora de escribir canciones ha demostrado una formidable mano maestra. Cuesta destacar algún tema sobre otro, mejor aproximarse a ellos con la mirada limpia... y dejarse seducir, quedar irremediablemente atrapado por la profunda belleza de la que hacen gala. Sí hay que apuntar que en Termonuclear lo que cuenta es la intensidad emocional más que la intensidad rítmica; el conjunto completo más que las canciones aisladas. Pero la maestría no solo ha estado presente en la escritura de las canciones, sino también en la forma en que han sido volcadas en el disco, en el tono general, en la sonoridad lograda, entre frágil y evanescente, entre áspera y arenosa. Sencillamente, emocionante y viva. Para lograrlo, la grabación se ha llevado a cabo en analógico, en "cinta", como los grandes discos clásicos, con un trío básico tocando en directo en el estudio: Coque en guitarra acústica, el Ronaldo Ricardo Moreno en la batería, y Nico Nieto, el coproductor del disco (y aliado esencial de Coque durante el año termonuclear), al bajo. Luego llegaron los¡ recordings con los que vestir las canciones: delicada sección de cuerdas, para subrayar con su sonido de cámara algunos pasajes; y espléndidas tonalidades aportadas por los instrumentos de viento más atemporales (e inusuales en estos días) del pop, trompa, fiscorno y trompeta. Poco más, algún contrabajo, teclados... Lo justo, porque en Termonuclear son las canciones las que hablan por sí mismas. Y cuando una canción se mantiene de pie por sí sola, necesita poca ropa para lucir bien guapa. En todo caso, aquí, los arreglos, los matices son, simplemente, exquisitos. Capítulo aparte merece el trabajo vocal, con un Coque volcado en las labores de cantante como nunca antes, arrancando a sus cuerdas vocales unos colores inéditos que le han sorprendido a él mismo, porque el músico, tras veinticinco años de carrera, sigue en constante crecimiento, aprendiendo, dando más. Es la sabiduría que da el tiempo. De todo ello resulta un disco especial, tanto que su autor sabe único y muestra sus dudas sobre si alguna vez escribirá algo igual. Tan intenso ha sido.Al acabar la escucha, y darle ineludiblemente de nuevo al play —escucharlo dos veces seguidas es inevitable, ya verán—, uno se pregunta si no será este un disco conceptual, sino se le ha escapado algo... Poco importa todo eso. Lo que resulta cierto es que es un disco termonuclear, de eso no cabe ninguna duda.
PRIMEROS CONCIERTOS CONFIRMADOS:
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