Leiva lanza la canción Mirada Perdida como 2do single extráido de Pólvora, su 2do album en solitario, nº1 en ventas y disco de oro. Leiva continua la gira de presentación de Pólvora, con todas las entradas agotadas y a punto de viajar a Argentina para realizar una gira de conciertos para presentar este nuevo disco. Pólvora es un disco cómplice y cercano (“Palomas”), que engatusa al usarlo (“Del hueso una flor”), es rock elegante y rotundo (“Los cantantes”), pop rock de alta costura (“Terriblemente cruel”), sin arreglos sintéticos, sin tejidos artificiales (“Pólvora”), sincero (“Vértigo”).
<<<VÍDEO<<<MUY BUENO TODO SU DISCO<<<<
Son canciones que se arrojan, desde sus letras, a dudas cotidianas que surgen del corazón (“Afuera en la ciudad”), a decisiones que impone el cerebro (“Cerca”), a cambios y evoluciones que no tienen explicación (“Mirada perdida”), tan solo, una descripción… y para eso, Leiva está muy capacitado. Las melodías son las que marcan los surcos más notables de este disco, melodías irresistibles que trepan entre suculentos riffs de guitarras, emocionales melodías que sobrevuelan medios tiempos
arrebatadores, melodías que transforma s estribillos en placeres celestiales…melodías, ese es el secreto que hace de este disco algo inflamable. Leiva ha querido variar su manera habitual de trabajar para este segundo disco en solitario, añadir nuevos elementos, alterar el guión de su fórmula magistral. Por ejemplo, esta vez ha optado por grabar en directo, todos a la vez en la misma sala (algo que no hacía desde el segundo disco de Pereza). Otro detalle vital a señalar en este trabajo es que hacía años que Leiva no delegaba la responsabilidad de la producción en alguien, y en Pólvora ha confiado en el productor Carlos Raya (Fito Cabrales, M-Clan
o Quique González) para trabajar mano a mano con él, algo que desde hacía tiempo buscaba, tanto por su perspectiva total de la música, como por su larga experiencia como productor, además de, por supuesto, su excelencia como guitarrista. La docta mano de Carlos en este disco es perceptible desde la primera nota, el tándem Raya-Leiva ha sido vital para lograr ese impulso hacia adelante en el sonido, esa placentera redondez que envuelve el disco. También ha contado con la inestimable ayuda del estratosférico ingeniero Joe Blaney (desde Keith Richards a B-52), junto a ellos, ha logrado engrandecer aún más su sonido, su estilo, su rasgo distintivo, su marca. Todo eso se percibe en las canciones: la respiración de esos músicos y el encanto orgánico de esas mágicas sesiones a puerta cerrada. Y ahí quedó registrado el cuerpo, el poso ardiente al que luego se añadirían diversos detalles, como los frecuentes arreglos de metales ó un maravilloso cuarteto de cuerda ó el vibráfono y las percusiones… inflamable también la aleación que se ha creado entre la guitarra de Leiva y la de Carlos Raya, una sólida y cálida mezcla que prende mecha en cada acorde.
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Son canciones que se arrojan, desde sus letras, a dudas cotidianas que surgen del corazón (“Afuera en la ciudad”), a decisiones que impone el cerebro (“Cerca”), a cambios y evoluciones que no tienen explicación (“Mirada perdida”), tan solo, una descripción… y para eso, Leiva está muy capacitado. Las melodías son las que marcan los surcos más notables de este disco, melodías irresistibles que trepan entre suculentos riffs de guitarras, emocionales melodías que sobrevuelan medios tiempos
arrebatadores, melodías que transforma s estribillos en placeres celestiales…melodías, ese es el secreto que hace de este disco algo inflamable. Leiva ha querido variar su manera habitual de trabajar para este segundo disco en solitario, añadir nuevos elementos, alterar el guión de su fórmula magistral. Por ejemplo, esta vez ha optado por grabar en directo, todos a la vez en la misma sala (algo que no hacía desde el segundo disco de Pereza). Otro detalle vital a señalar en este trabajo es que hacía años que Leiva no delegaba la responsabilidad de la producción en alguien, y en Pólvora ha confiado en el productor Carlos Raya (Fito Cabrales, M-Clan
o Quique González) para trabajar mano a mano con él, algo que desde hacía tiempo buscaba, tanto por su perspectiva total de la música, como por su larga experiencia como productor, además de, por supuesto, su excelencia como guitarrista. La docta mano de Carlos en este disco es perceptible desde la primera nota, el tándem Raya-Leiva ha sido vital para lograr ese impulso hacia adelante en el sonido, esa placentera redondez que envuelve el disco. También ha contado con la inestimable ayuda del estratosférico ingeniero Joe Blaney (desde Keith Richards a B-52), junto a ellos, ha logrado engrandecer aún más su sonido, su estilo, su rasgo distintivo, su marca. Todo eso se percibe en las canciones: la respiración de esos músicos y el encanto orgánico de esas mágicas sesiones a puerta cerrada. Y ahí quedó registrado el cuerpo, el poso ardiente al que luego se añadirían diversos detalles, como los frecuentes arreglos de metales ó un maravilloso cuarteto de cuerda ó el vibráfono y las percusiones… inflamable también la aleación que se ha creado entre la guitarra de Leiva y la de Carlos Raya, una sólida y cálida mezcla que prende mecha en cada acorde.
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