Tal vez por ese creer firmemente en las canciones, La Sonrisa de Julia mantiene un ritmo de grabación con cadencias de cada dos años: pues solo entran en el estudio cuando están seguros de la colección de temas que tienen preparada. Y así, dos años después, están de vuelta con "El viaje del sonámbulo", el disco (el quinto en su trayectoria) que coincide con su décimo aniversario y que les ha salido el más introspectivo, en el que han optado por dejar de lado la intensidad en favor de la densidad. Una densidad que sirve para reforzar canciones que, como explica su principal compositor, Marcos Casal, hablan de "algún tipo de viaje, en todas aparece el viaje, aunque sean viajes interiores".
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Viajes en búsqueda interior que son reflejo de unas canciones escritas, principalmente, de noche, "mientras paseaba por el bosque, con mi perro. Personalmente es un salto arriesgado, porque cuando uno bucea por dentro se puede encontrar de todo, se puede encontrar a la bella y a la bestia...". El oyente tendrá que discernir en estas letras de vocación poética dónde se ha mostrado la bella y dónde se ha escapado la bestia...
De esas nocturnidades que han estado tras su gestación, proviene el título de El viaje del sonámbulo. Un sonambulismo casi real, que nació de anotaciones recordando sueños: "Durante un año y pico estuve apuntando los sueños, cuando me despertaba por la noche, y me despertaba mucho, porque he sido papá, iba anotando lo que acababa de soñar". Ese material primero era la chispa de la que partían canciones de regusto literario que han sido tratadas con un sonido envolvente, plagado de texturas que arropan las certeras melodías (La Sonrisa de Julia es un grupo que domina la melodía, que se recrea en ella), que las engrandece pero siempre desde lo orgánico, trabajando con sonidos analógicos, incluso en temas como Muévelo, en los que la rítmica se desata, La Sonrisa de Julia ha trabajado con, por ejemplo, baterías reales, pero con Raúl Delgado investigando hasta dar con el sonido que buscaban, como los buenos artesanos que elaboran sus creaciones hasta dar con el punto exacto.
Pero si en Muévelo, el primer single, se deja ver la cara más desaforada de La Sonrisa de Julia, este disco guarda sorpresas como la propia "El viaje del sonámbulo", en la que Marcos hace diabluras con la voz, apoyado por una melodía casi hipnótica que atrapa al oyente. Aunque también ha espacio para las guitarras persistentes ("Déjà vu"), luminosos instantes de pop soleado ("Tormentas"), canciones que son una invitación al baile ("Mitos", en la que han logrado que música y letra casen de tal modo que nos trasladan a un viaje en alta mar) o para temas como "Errante", que parece empezar con la suavidad del soul más sedoso para acabar por dispararse entre distorsiones. También se recrean en canciones tranquilas, en las que brota la belleza musical: "Sigues llegando" (una pieza muy delicada para lucimiento de la voz), "El error más bello" y " Nadie lo sabe" (una vaporosa filigrana para escuchar con delectación).
El sonido de El viaje del sonámbulo tiene mucho de climático, con momentos en los que las guitarras o los pianos parecen estar tocando solo para ti, en tu habitación (tal es la dinámica y claridad conseguidas), para conseguirlo han apostado por una producción a tres bandas: La Sonrisa de Julia, Ángel Medina y Paco Loco, productor que parece alejado de la órbita del grupo, pero que ha ayudado desde su estudio (donde se ha grabado parte del disco) aportando ideas, implicándose como uno más para hacer de El viaje del sonámbulo una obra de sonido modélico. Que refuerza a un grupo que en plena fase de madurez se aposenta en una sonoridad actual pero a la vez se apuntala en la mejor escuela del pop de todos los tiempos. Un grupo que se siente libre para hacer la música que quiere, en la que cree, la que les surge, porque el arte no sabe de cortapisas y nace en libertad.
Single ya disponible en Spotify y iTunes.
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