2011/12/05

MENDETZ "Plasticine” se abre en un universo de psicodelia infantil, con el pulimento sonoro de The Faint o Daft Punk.

Confiar en el efecto de la primera idea. Agarrarse a ella y no cansarse. Esa es la premisa primordial que ha elevado las diez canciones de “Silly Simphonies”, el tercer disco de Mendetz. Después de sacar sus Casio del trastero y presentarse al mundo con aquel debut homónimo y esperanzador, “Mendetz” (Sinnamon, 06), y adentrarse luego en el sinfín de paisajes eléctricos de “Souvenir” (Sinnamon - Music Bus, 09), los Mendetz de esta nueva década realizan un ejercicio de introspección orientado al rock electrizado y al pop luminiscente. La trayectoria de “Silly simphonies” se describe como el avance de una flecha, donde cada canción vuela a través del eje melódico que dibuja una voz imperiosa, más un afilado riff de guitarra o sintetizador. Stefano Macarrone (guitarra, voz), Jan Martí (teclados, voz), Pablo Filomeno (batería) y Oriol Francisco (bajo) han querido ser más directos y sinceros que nunca, honestos como si no hubiera un mañana. Con el fin del mundo a pocos giros de calendario, para Mendetz esta es la oportunidad para hacer eclosionar sus inspiraciones más primigenias. Por eso estas canciones respiran una emoción que corta el aliento.

Para darles forma, la banda se hizo fuerte en su nuevo cuartel general: Abuelita Studios, local de grabación profesional regentado por Stefano junto a David González. Con Stefano haciendo labores de productor, la banda experimentó hondamente, dándole vueltas a cada canción para siempre volver a la primera idea: un sonido de local, orgánico, directo, que apela a la melodía. Así nacieron las canciones más sentidas, expresivas y crepusculares de Mendetz. El álbum se abre con el seductor Apocalipsis que propone “2012”, una gema dance que orbita al borde de la conciencia, con sintetizadores que anuncian juguetones el último de los días, entre coros aterradores y un estribillo ciclotímico, contagioso. “Plasticine” se abre en un universo de psicodelia infantil, con el pulimento sonoro de The Faint o Daft Punk. La elegancia sonora de “Phantoteque” y el candor pop del primer single del disco, la atemporal “Hap your clands”, describen horizontes de surrealismo electrónico, capaces de prender cualquier imaginación. La energía de gimnasio de “Spam” se acelera en torno a las peculiares proclamas de su letra, mientras que la euforia ocre del estribillo de “Tie-break” nos envuelve en ensoñaciones new wave y “Between” aúna los coros y guitarreos lisérgicos de Queen con el músculo electrónico de Justice. Este es además el disco que alberga la primera balada de Mendetz, “Laudrup”, una canción triste, muy triste, inconsolable. Pero si hay una pieza que explica como ninguna la historia de “Silly simphonies”, esa es “Escalera”, cuyo título emerge de la palabra que parecía pronunciar por sí sola una línea de sintetizador. Para culminar esta ráfaga de esquizofrenia veraniega, Mendetz cuentan con la colaboración de Gala Rizzato, la estrella del eurodance que encumbrara “Freed from desire”, tema versionado en los repertorios de directo de Mendetz. “Escalera” es la historia de un sueño bonito hecho realidad.

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