2011/11/22

EMELI SANDE: la nueva sensación de la música inglesa, lanza la canción "Heaven" como primer single de su álbum de debut

Tiene 23 años y viene del norte rural de Escocia. El piano es su instrumento, su herramienta para escribir canciones desde que tenía diez años, aunque su voz hace incluso más tiempo que destaca. A lo largo de su antebrazo izquierdo exhibe un tatuaje de la artista Frida Kahlo, una heroína decidida, directa e inquebrantable. Algunos de los nombres más grandes del pop han cantado sus composiciones ávidas de emoción: Tinie Tempah (Let Go), Professor Green (Kids That Love To Dance), Tinchy Stryder (Let It Rain), Chipmunk (Diamond Rings), Wiley (Never Be Your Woman). También ha escrito para grandes divas (Susan Boyle) y artistas que apuntan a lo más alto (Cheryl Cole, The Saturdays). Su padre (de Zambia) y su madre (de Inglaterra), la educaron en la música y la animaron a seguir sus ambiciones. En su “tiempo libre” ya ha cursado la mayor parte de los seis años de la carrera de Medicina en la Universidad de Glasgow, especializándose en Neurociencia Clínica. “Me encanta todo lo que tiene que ver con el cerebro”, dice.Es Emeli Sandé, que lanza en España la canción Heaven como primer single de su álbum de debut, un tema que ya ha entrado directo al nº2 en las listas de Reino Unido. Como todas, es una canción rica en melodía, potente soul-pop retro futurista que ha escrito para su primer disco. Su admiración hacia Nina Simone, Joni Mitchell y Lauryn Hill son obvias, evidentes y se muestra con orgullo. A Emeli Sandé le gusta todo lo que tiene que ver con el alma, las cosas del corazón y lo relacionado con las emociones. No lo sabe mucha gente, pero ella está detrás de algunas de las canciones clave de 2010. Ahora está a punto de ser la voz del debut más fresco del 2011.

 Como alguien que transpira las composiciones tanto como las canta, sabe que es cuestión de ser contemporánea, a la vez que atemporal.“Todavía puedo identificarme con una canción de Joni Mitchell, a pesar de haberse escrito hace 25 años”, afirma Sandé. “Eso es lo principal e importante para mí. No me preocupa mucho en qué categoría encaja mi música, pero no quiero que sea algo demasiado guay o prepotente. No tiene sentido limitar el público al que puedes llegar. Pero quiero que se respete”.El asombroso y amplio espectro de talento de Emeli Sandé empezó a llamar la atención por primera vez (tanto en el buen como en el mal sentido) cuando tenía ocho años. En las clases de primaria en el colegio en la pequeña ciudad de Alford, en Aberdeen (Escocia), escribió una canción con sus compañeros de clase para un concurso de talentos. Sus amigos le birlaron todas sus ideas. “Esa fue la primera vez que pensé, bueno, si merece la pena que las roben, entonces ¡deben estar bien!”, recuerda con una sonrisa. “Fue también la primera vez que pensé que podría escribir canciones. Siempre supe que quería ser músico y que quería escribir. Porque la gente que yo escuchaba, todos componían. Nunca pensé que cantar canciones de otros era una opción”.A los 11 años y llena de energía pre-adolescente, Sandé escribió su primera canción “de verdad”. “¡Incluso tenía un puente!”, dice. “Se llamaba algo así como Tomorrow Starts Again (Mañana comienza de nuevo). Todas mis canciones trataban sobre la paz en el mundo y todas esas cuestiones políticas. Me divertía mucho con todo aquello”. A los 15 años, empezó a correr la voz sobre la precoz adolescente con una voz potente a la vez que íntima que venía de la nada. La emisora británica Choice FM le invitó a Londres para participar en su concurso Rapology y Richard Blackwood la llevó a los estudios en Camden de la MTV para que cantase gospel.Pronto llegó el pequeño gran salto para Sandé: su hermana pequeña le filmó mientras tocaba el piano, cantando una de sus canciones, Nasty Little Lady. Enviaron el vídeo al concurso Urban Music del programa de Trevor Nelson en la BBC. Sandé fue una de las ganadoras y le ofrecieron un contrato discográfico, pero su recién estrenado manager aconsejó no aceptar el contrato. Otras ofertas no tardarían en llegar.“Llamar a la puerta de todos los sellos, era algo que no quería hacer”, recuerda. “Sencillamente pensaba: mejor espero a controlar un poco más esto. Fue duro tomar esa decisión en aquel momento porque era muy tentador, pero era época de exámenes en el colegio, luego me aceptaron en la Universidad de medicina en Glasgow. Habría sido demasiado arriesgado decir no a la medicina e irme a Londres para convertirme en una cantante más”. Emeli Sandé no se lanzó a la primera tentación del éxito. Regresó a casa, terminó el instituto y luego empezó a estudiar medicina en Glasgow. Y viviendo ya en la ciudad más grande de Escocia con su animada escena musical, empezó a completar sus ingresos de estudiante tocando el piano y piezas clásicas de jazz en los hoteles de la ciudad.Trató de seguir componiendo canciones a la vez que estudiaba, “pero tenía un montón de cuadernos para escribir y mi cabeza estaba llena de datos y exámenes”, continúa. “Me resultaba muy difícil experimentar cosas sobre las que escribir luego, a parte de pasar horas sentada en la biblioteca. Aún así seguía actuando y todos mis compañeros de curso sabían que era músico. Agilicé en mi forma de componer en cuanto empecé a viajar a Londres y a conocer a productores. Antes era solo yo y un piano, así que todo era bastante limitado”.Mientras tanto, su madre había enviado un CD con sus canciones a 1Xtra. Ras Kwame lo puso en sus Homegrown Sessions y a finales de año, los cuatro mejores concursantes fueron invitados a actuar en un concierto en el Soho londinense. Sandé (que había estado en Madrid a causa de sus estudios de Medicina) conoció al productor y compositor Shahid Khan, alias Naughty Boy, que había compuesto para Ms Dynamite y Bashy. Como colegas compositores, él y la joven escocesa conectaron de inmediato. “Cuando empezamos a trabajar juntos, la música resultante era algo totalmente original. Me sacó de mi nicho de piano jazz, y a él le sacó de su escena callejera. Luego empezamos a escribir canciones para artistas pop”.Una de sus primeras composiciones fue Diamond Rings, gustó mucho a la “gente” de Chipmunk. Sandé cantaba en el tema y se convirtió en el primer single Top 10 de Chipmunk en el verano de 2009. La industria discográfica tomó buena nota, y esta vez ella estaba preparada. En marzo de 2010, Virgin Records, impresionado por sus composiciones y por su voz, firmó un contrato con Emeli Sandé como artista, que decidió aparcar sus estudios de medicina. Desde entonces (mientras otros artistas han tenido éxitos con sus composiciones y, a menudo, incluían su voz como invitada), Sandé ha estado componiendo y grabando su álbum de debut.Incluso en formato de maqueta, canciones como el pegadizo y cándido lamento jazzy Kill The Boy (“Me paseo con una bala en la lengua, ‘asesina’ escrito en mi cara, sé que cuando él descubra lo que he hecho va a terminar con su vida”), el tema envuelto cuerdas Daddy (“Sobre adicción a nada”, cuenta Sandé) y Heaven (drum’n’bass de principios de los noventa rematado con una magnífica voz) son prueba de un impresionante talento. “La emoción sincera y cruda es la mejor forma de hacer canciones”, continúa Emeli. “Cada vez que escribo algo que trata de ser demasiado inteligente, no funciona. Kill The Boy fue la primera idea que me vino a la cabeza. Cualquier canción que requiera más de un día, sencillamente la dejo. No va a funcionar. Todo lo bueno es inmediato”.

También en directo, Sandé está construyendo su sonido desde el fondo, desde dentro. Si sus canciones no funcionan solo al piano, entonces no funcionarán. Si no suenan genial sencillamente acompañadas por una guitarra acústica y un chelo (la formación que ha estado usando en unos cuantos conciertos), tampoco lo harán con ritmos, teclados y percusiones añadidos en el estudio. Si ella y su nueva banda (recientemente hicieron una mini gira por salas pequeñas en Escocia) no pueden hacer vibrar al público en directo tan fácilmente como en la pista de baile, será necesario reiniciarlo todo. Sandé, una compositora de compositores y ya experimentada en trabajar con algunos de los mejores equipos de producción de América, sabe cómo arreglar las cosas.

Inteligente, lúcida, con talento, emprendedora, luminosamente atractiva, paralizante en el escenario e inolvidable con sus canciones, Emeli Sandé es el ejemplo de una brillante artista moderna. Sabe lo que quiere, sabe cómo hacerlo. Ser honesta es la única forma de elaborar canciones que trasciendan. “Llegar a la compañía de discos con cinco canciones (“este es mi sonido”) resulta muy útil”, reflexiona. “Hay tantas opciones en cuanto a la dirección en la que se debe ir y se escuchan tantas historias terroríficas de gente que escribe hasta 400 canciones y su disco acaba archivado cogiendo polvo en las estanterías…”. “No”, dice con firmeza sonriendo, “hay que saber lo que quieres hacer. Y yo lo sé”.

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