DIEGO MARTIN
Me la cruzo de mañana en el ascensor y me pregunta cuándo saldrá el nuevo álbum de Diego Martín. Y al mencionar su nombre, camino del instituto, se le enrojece la cara, las manos le fallan y le tiembla la voz.
Y es entonces cuando pienso que la música, antes que nada, es justo eso: capacidad Pero uno, que sólo tiembla ante Bowie y Rufus Wainwright, se sorprende al límite de la piel erizada cuando escucha lo nuevo de Diego porque, además de encontrar un trabajo de primer nivel acústico -producción de dinámica grande a cargo de Bob Benozzo, arreglos de gran precisión, instrumentación milimétrica, se topa con un artista que ha sabido dar el difícil paso delante que lleva a la solidez, sin dejarse arrastrar por la autocomplacencia que a menudo conlleva el éxito.Y, desde luego, se encuentra a un magnífico vocalista, a un gran cantante dotado con ese raro factor diferencial que algunos llaman magia, chispa o duende, pero que en realidad se llama magnetismo. Es una cuestión de química -vale, también de física- y no hay tarjeta que pueda comprarlo. Es algo perfeccionado durante muchos días de trabajo, durante muchos conciertos, muchas horas a solas invocando a las musas y mucho tesón, pero es algo innato, algo natural y que pocos poseen. Diego Martín es uno de ellos.De ahí que, si sumamos cualidad, trabajo, cariño y sólida evolución, la resultante no podía ser otra que “Melicia”, un disco destinado a hacer historia en el pop español. Queda claro desde la primera escucha del primer corte, un “Ruedan” que crece sobre sí mismo y cuando está arriba vuelve a crecer hasta el vértigo y que, además, muestra a un versátil Diego Martín en su vertiente más eufórica y cercana al rock.Sabemos, no obstante, que cuando Diego ilumina la alcoba a media luz, ese sentimiento llamado amor estalla dentro. Ocurre en “Si vienes o si vas”, en el emocionado paseo sobre las teclas del piano de “Cuando me olvido”, en el estupendo dueto con Malú de “Haces llover” que amenaza con provocar la tormenta emocional perfecta. En “Un besito más” regala caricias sonriente, en “Se busca” sigue la pista del amor verdadero y, en definitiva, en todo el disco muestra las virtudes de un artista que ha sabido crecer manteniendo la pureza del primer día. Quizá por eso se llama “Melicia”, con e de entusiasmo, con e de
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