Seducido desde hace casi un lustro con la música norteafricana, Carlos comenzó a investigar, a viajar frecuentemente a Marrakech, ciudad que le fascina. Descubrió lecturas, canciones, discos, hasta que, completamente impregnado por una cultura tan ajena a la del rock, a la suya, se planteó el reto de fusionar un sonido puramente rockero con el del mandolute, una guitarra local de cuatro cuerdas dobles.
Argán un disco en el que sin renunciar en ningún momento a su sello musical inconfundible, el rock se encuentra con la música norteafricana en una fusión sorprendente y arrebatadora. Es Revólver, pero un Revólver como nunca antes hemos escuchado. Un Revólver que se adentra en terreno musical desconocido, en el que la sorpresa está asegurada . Su segundo single es “No hay Mañanas” una letra que no defrauda, un texto Carlos en el que el lado humano de la vida cobra protagonismo, donde la conciencia social se cuela en cada verso. Ahora con un mirada lúcida hacia ese límite, la frontera cultural y física, que separa dos mundos mucho más próximos de lo que aparentan.
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