Con su álbum de presentación Worrisome Heart, Melody Gardot hizo gala de su talento instintivo para transformar las tradiciones del jazz y el blues con “su personal beso de vida”. Pero incluso sus más ardientes admiradores se quedarán sorprendidos ante el gigantesco salto creativo hacia delante que ha dado con su siguiente entrega, My One And Only Thrill. Mezclando ritmos latinos, blues con chasquidos de dedos y ardientes canciones de amor, se trata de un disco que parece haber sido moldeado a partir de diversas vidas de amor, pérdida y deseo. Aunque sigue siendo una jovencísima veinteañera, la entusiasta acogida dispensada a Worrisome Heart por admiradores y críticos se tradujo en que de repente vio cómo su vida avanzaba a triple velocidad, con Melody y su grupo inmersos en un frenesí de conciertos, hoteles y aeropuertos, ya que la demanda para verlos actuar se disparó en varios continentes.
“Estuvimos de gira durante nueve meses, aunque a veces si tenía suerte me cogía una semana libre”, explica ella entre bocados de sushi. “Pero, en realidad, nunca tenía realmente tiempo `libre', porque en medio de la gira estaba preparando el nuevo disco. Ese proceso fue agotador, pero también bonito, porque me dio la oportunidad de trabajar y pensar, y trabajar y volver a pensar, de modo que pude reflexionar una y otra vez en vez de tener que tomar constantes decisiones precipitadas. Fue una manera interesante de abordar la realización de un disco”.
A pesar de su riguroso calendario, se aseguró de que sus planes para My One And Only Thrill se cumplían escrupulosamente.“Fuimos al estudio con todas las canciones escritas, lo que es importante porque necesitas tener una buena idea de cómo va a ser el disco. Necesitas tener una idea, trabajarla con los músicos y que funcionen bien las pistas del ritmo. Luego puedes decidir qué canciones necesitan instrumentos de cuerda y cuáles pueden vivir sin ellos. Es un proceso de despojar lo que estás haciendo para dejar espacio para otra cosa: esencialmente dividiéndolo por la mitad para dejar espacio para la orquesta”.
Esto significaba que los miembros de su grupo -inclínense ante Ken Pendergast (bajo), Patrick Hughes (trompeta) y Bryan Rogers (saxo)- a menudo tenían que tocar con una contención incluso mayor de la habitual, aunque gracias a la compenetración que han ido construyendo durante meses de tocar juntos, ella no hubiera querido entrar en el estudio sin ellos.
“Es como si alguien estuviera diciéndoles: `¡Podéis tocar todo este material, pero quiero que no hagáis absolutamente nada!'”, dice ella riéndose. “Sí, era perfecto, porque todos ellos son mis chicos, y eso hace que el disco sea especial. Creo que lo que hace que un disco sea estupendo es tener personas a tu alrededor que se encuentran instintivamente en tu espacio mental y que saben lo que necesitas para estas melodías. Estos chicos han tocado conmigo el tiempo suficiente como para saber eso incluso sin pensar”.
Con el productor Larry Klein al timón (reciente aún su trabajo premiado con un Grammy® con Herbie Hancock en River: The Joni Letters y un colaborador de artistas como Don Henley, Peter Gabriel y Walter Becker, de Steely Dan), en el disco se recrea la sutil empatía que los músicos aportan a sus interpretaciones. Otra de las armas secretas del disco es la incorporación de los arreglos orquestales de Vince Mendoza. Además de ser compositor y artista solista, Mendoza, nacido en Connecticut, ha brillado en colaboraciones con purasangres musicales como Al Di Meola, Joni Mitchell, Kyle Eastwood y Joe Zawinul, e incluso escribió arreglos para el disco Swing When You're Winning de Robbie Williams. En el álbum de Melody, sus arreglos recorren todo el espectro desde elegantes y saltarines ritmos brasileños a dramas lentos e inquietantes. Un momento destacado evidente es “Our Love Is Easy”, una tórrida historia de amor prohibido en la que la sensual voz de Melody avanza sobre el arreglo para cuerda dolorosamene intenso de Mendoza. Ecos de Peggy Lee o Frank Sinatra en su época de “Only The Lonely” no son probablemente ninguna casualidad.
“Estábamos grabando en Capitol y Vince estaba diciendo `si no empiezas a escribir melodías más alegres no vas a hacer nunca una carrera'”, dice Melody riéndose. “¡Estaba bromeando! De alguna manera, sin embargo, resultaba irónico, porque el sentimiento lírico de “Our Love Is Easy” suena como que todo es maravilloso, pero oyes el arreglo y cuando empieza la canción tiene ecos del sentimentalismo de una procesión fúnebre. Tiene eso por razones muy concretas, porque la canción trata de un gran amor y un gran amor perdido. A veces se dice que `la vid enferma produce un vino mejor', y eso equivale a decir que cosas que no se te ofrecen necesariamente a veces ofrecen una promesa mayor. En eso radica la ironía, en que el amor del que estás hablando es hermoso, pero a la vez sabes que es imposible”.
La magia de Mendoza también se ha derramado en abundancia sobre la canción que da título al disco. Es una evocadora balada que parece estar colgada del espacio, sostenida en lo alto con la delicada ejecución pianística de Melody y un brillante espejismo de la cuerda. A mitad de la canción, la orquesta realiza un viraje de tintes dramáticos, trazando espirales ascendentes en un vertiginoso remolino de sonido que recuerda a una de las bandas sonoras de Bernard Herrmann para Hitchcock. También se halla rebosante de una rica y emocional participación de los instrumentos de cuerda el sentido ensueño de “Deep Within The Corners Of My Mind”, mientras que los elegantes toques de blues de “Lover Undercover” (una canción que ya ha estado probando en directo ante el público) ha sido construida sobre largas frases legato de la cuerda.
Pero hay también un gran número de cambios de estados de ánimo. Un tema recurrente del disco es el cariño que siente Melody por la música de Sudamérica, especialmente Brasil.
“Me encanta la música brasileña, es uno de mis géneros preferidos”, dice entusiasmada. Los años de bossa nova de Stan Getz, Getz/Gilberto, Jobim, Caetano Veloso, algunas músicas extraordinarias han venido de allí. Cre que hay un sentimentalismo que es muy característico de la propia cultura brasileña. Las voces son suaves y susurradas y el lirismo está impregnado de metáforas y poesía”.
Las inclinaciones latinas de Melody hallan su cauce en “If The Stars Were Mine”. Construida con percusión y guitarra acústica, es una melodía sencilla pero fácil de tararear pintada con brillantes colores tropicales.
“Sí, ha conseguido ese sentimiento brasileño. En realidad es una canción que escribí como una especie de canción dulce y delicada para un niño. La última estrofa siempre me mata y hacia la mitad quiero gritar `¡aaaaah!': `si el mundo fuera mío lo pintaría de oro y verde, haría los océanos naranjas para tener un brillante despliegue de colores, colorearía todas las montañas y haría el cielo siempre azul, de modo que el mundo fuera una pintura y yo viviera dentro de ti'. ¡Es increíblemente dulce!”.
Ecos de la niñez -esta vez la suya propia- reaparecen en su versión de “Over The Rainbow”, una canción que ha sido grabada por muchos artistas, pero nunca con el singular estilo con toques latinos de Gardot. Atribuye su redescubrimiento de la pieza a que pasó mucho tiempo con su abuela, que solía cuidarla mientras su madre soltera se iba a trabajar.
“Era una mujer dulce y realmente buena y aparentemente una de las únicas personas de mi familia a la que me parezco. En cualquier caso, cuando era pequeña, mi abuela me hizo ver El mago de Oz innumerables veces. Años después, un día me senté a escribir y me salieron estos acordes y me di cuenta de que no era una canción que yo iba a escribir sino una canción que ya había sido ecsrita: “Over The Rainbow”.
De esa manera misteriosa que tienen los compositores, Melody fundió sus recuerdos de la canción con su pasión por la música brasileña, y los resultados son tan refrescantes como inesperados. El luminoso y sutil arreglo de Mendoza se complementa a las mil maravillas con su interpretación vocal deliciosamente relajada, quitando de un soplido las telarañas de la muy amada canción para crear un clásico del siglo XXI.
“Si vas a hacer una versión de una canción anterior tienes que hacer algo diferente con ella”, piensa Melody en voz alta, “de lo contrario es como `¿para qué tomarse la molestia?'”.
Hace un año, gran parte de los comentarios sobre Melody Gardot se centraban en el modo en que se recuperaría de un terrible accidente de carretera y en que había utilizado la música como una medida terapéutica. Pero con My One And Only Thrill, los temas de conversación van a ser su musicalidad, sus composiciones y su asombroso crecimiento artístico. Señoras y señores, ha nacido una estrella.
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