SALVAJE MONTOYA "CATARATAS EN MONTSERRAT " GARAJE SUR CON MIEMBROS DE MANOS DE TOPO
Seguro que habeis visto alguna vez un Youtbe antológico en el que se ven cinco señores de la Europa del Este (mostachos, pantalones de tergal, chaquetas de piel) bailando desenfrenadamente al son de la música que sale de la parte de atrás de un coche familiar. Un baile muy loco, peculiar, desatado, rollo "me-están-grabando-en video-y-no-sé-bailar-pero-me-da-igual-porque-me-lo-estoy-pasando-teta". Bien, ese clip (al que el título del disco parece hacer referencia) resume perfectamente el gracejo y la esencia "fieshtera" de nuestros Salvaje Montoya. Chistes de pedos, camisas hawaianas, trote garagero, serpentinas, beberse el agua de los floreros, bombas fétidas, rasgar de cortinas, chavalas y mozos moviendo el esqueleto... La clase de disco que nunca pondrías en el funeral de un ser querido, vamos. Su garage surf rock troglodita, directo y sin florituras, deudor de bandas míticas como los Cramps o los Sonics, se ve acompañado por una peculiar idiosincrasia -primitiva, gamberra y festiva- que los hace -como decía Matías Prats senior- entrañables y carismáticos. Cuatro idos de la olla de mucho cuidado (entre ellos uno que también toca en Manos de Topo), si tuvieran a John Belushi por cantante solista serían el mejor grupo de la historia.
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En los infecciosos directos de Salvaje Montoya, esta personalidad se hace gloriosamente palpable y afortunadamente el grupo ha logrado embotellarla, prensarla, amasarla y apretujarla entre los surcos de su primer disco (publicado a medias por Bcore y Mama Vynila). "Boda Rumana" recoge doce canciones grabadas por Sergio Rodríguez (actualmente en Pegasvs y con pasado en la escena nacional de garage desquiciado) que son toda una celebración beoda, vitaminada y pasada de vueltas. El cuarteto de Barcelona juega en esa liga de bandas enemigas del virtuosismo y las melenas como son Waau y los Aarghs, Guadalupe Plata o Juanita y los Feos, mientras que sus referentes ancestrales -el típico tio soltero empedernido que se compraba discos de Link Wray y MC5 en Londres- se pueden buscar en la genealogía del rock patrio (Los Mirlos, Los Peyotes). Un contagioso cocktail no apto para fans de Van Morrison o REM, monumento al hedonismo más descerebrado y al guateque cerdo.
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