Ana Gabriel nació en una familia humilde en Guamúchil, un pueblito en el estado de Sinaloa, al noroeste de México y a 14 horas por carretera de la frontera con Estados Unidos. Una zona dura. Allí, como en todo México, Ana Gabriel es conocida como La reina desde que compuso e interpretó una canción con este título que se enfrentaba cara a cara a El rey, la canción tótem del ídolo ranchero José Alfredo Jiménez. “Ya se les terminó a los hombres el reinado; ahora ya venimos nosotras, las reinas”, remachaba Ana Gabriel manteniendo la mirada y ganándose el apodo a pulso.<<ver directo<<<
Las biografías dicen que María Guadalupe Araujo Yong comenzó a cantar a los siete años, bajo el influjo de los temas de amor compuestos por Agustín Lara. Cuando tenía 15 años su familia emigró a Tijuana y cantaba en bares, hoteles y tugurios, mejorando poco a poco su estilo como compositora. Había comenzado la carrera de Ana Gabriel, que en 1985 grabó su primer disco con un título que marcaba carácter: Un estilo.
“Ronco y sensual”, decían que cantaba Ana Gabriel y su voz rasgada gustó al público norteamericano que situó en 1989 el álbum Tierra de nadie en los primeros puestos de las listas Billboard. Con el reconocimiento popular todo fué más fácil: discos de platino para cada lanzamiento; llenazos en los recintos más grandes del DF; dúos con Armando Manzanero, Jon Secada, Vicky Carr, Plácido Domingo o Vicente Fernández; estrella mediática ...
Ahora, Ana Gabriel regresa con Siete veces, Siete más, que avanza su nuevo álbum Un mariachi en Altos de Chavón. Canciones de amor y desamor interpretadas por una mujer solitaria, de gran carácter y una de las grandes divas de la música mexicana. Dicen que es La reina. Por algo será.
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