De siempre, desde tiempos inmemoriales, el mundo del espectáculo nos ha venido ofreciendo numerosos ejemplos de lo que se ha venido en llamar niños prodigio, niños que ya a una temprana edad dominan un determinado campo artístico. Y el arte flamenco no podía ser una excepción. Desde aquellos maravillosos niños que hicieron historia (Niño Gloria, Niño Caracol, Niña de los Peines, Niño de Marchena, Niña de la Puebla, Rocío Dúrcal, Marisol, Rocío Jurado, los Chiquitos de Algeciras, …) a los casos más recientes de Potito, Niña Pastori o Kiko Peña se suma ahora el de una promesa hecha realidad. Su nombre, María Carrasco Jiménez (Torrecera, Cádiz, 15/07/1.995). A María la conocimos en el año 2.004 en los premios Veo-Veo, donde se alzó vencedora cantando por colombianas. Un año más tarde, con sólo 10 años, participó en Menuda noche, el programa de Canal Sur que cada viernes, de la mano de Juan y Medio, buscaba jóvenes talentos. El éxito fue de tal envergadura que le sirvió para firmar su primer contrato discográfico, bautizo materializado en los años 2.006 y 2.007 para Senador con sus dos primeros trabajos, Hablando con la Luna y Soñando despierta. Unos discos que confirmaban sus excelentes condiciones, afinación y compás, y un inusual conocimiento de estilos (bulerías, fandangos de Vallejo, tangos, colombianas, campanilleros, …). Su tercera grabación, Entre tú y yo (2.009), seguía esa misma senda, estilos flamencos aderezados de copla y otras composiciones aflamencadas. Entre tanto, María también tuvo tiempo para debutar cinematográficamente en Días de cine (2007), del director David Serrano, en el que interpretaba el papel de la cantaora Silvia Conde.
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El cambio de voz, lo más temido para un joven artista, fue, afortunadamente, para bien. Una voz cristalina dio paso a una voz más hecha, más rotunda y a la vez más versátil. De justicia, también, es recordar a aquellos cantaores que en el tránsito de la niñez a la adolescencia no tuvieron tanta suerte, mudando su voz y perdiéndola para siempre. Entre ellos sobresalió Ángel de los Reyes, excelente cantaor sanluqueño que nos dejó en 1974 un magnífico elepé para Phillips con la guitarra siempre grande de su paisano Manolo Sanlúcar.
Ahora nos llega Pequeño deseo (Universal, 2.012), su cuarta grabación discográfica que nos deja la María más madura y más flamenca. 13 cantes por derecho que se abren por tanguillos con La calle del Sol, el primer single del disco. Sigue por bamberas (Los rizos de tu pelo), recordando a la Niña de los Peines, y con el cuplé por bulerías Se nos rompió el amor, el clásico de Manuel Alejandro que le sirve para homenajear a la que desde siempre ha sido su artista preferida, la chipionera Rocío Jurado. Continúa marchosa por rumba (Amor, amor) y rinde tributo con mucho sabor por bulerías y tangos extremeños a su paisano Camarón de la Isla, remedando con acierto sus características glosolalias y trabalenguas. Pero aquí no acaba la cosa. Pequeño deseo también incluye dos cantes por tangos (Reina Mora y Con mi cante por bandera), una canción aflamencada (Escúchame), unos fandangos de Huelva (Deja que me lleve el aire), una malagueña del Mellizo (A la mare de mi alma) y un par de tandas por bulerías (Bulerías del padre y Fiesta por bulerías). Durante todo el disco María deja patente su gran afición, rescatando muchísimas letras del repertorio clásico y recordando también el cante de los viejos maestros, Pastora, Caracol, Mojama, Chaqueta y Tomás Pavón, como canta en la fiesta final por bulerías. Para terminar, hasta se atreve con Joan Manuel Serrat en una rumbera versión de “Tu nombre me sabe a hierba”, recogida también en Cantares (2.011), el álbum colectivo de homenaje que, en clave flamenca, la discográfica Universal recientemente ha editado como tributo al maestro catalán.
Habrá que seguir atentamente la evolución de María Carrasco pero de lo que no cabe duda es de un futuro prometedor, avalado por sus excelentes facultades, su amplio conocimiento y la frescura de su juventud. Como canta por bulerías “Vivir y soñar sólo voy buscando mi libertad”. Escuchando este Pequeño Deseo damos fé de que ya la ha encontrado. Y de que, lo que para muchos fue en un principio una grata sorpresa se ha convertido, sin ningún género de dudas, en una firme realidad.
Alejandro Escribano
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El cambio de voz, lo más temido para un joven artista, fue, afortunadamente, para bien. Una voz cristalina dio paso a una voz más hecha, más rotunda y a la vez más versátil. De justicia, también, es recordar a aquellos cantaores que en el tránsito de la niñez a la adolescencia no tuvieron tanta suerte, mudando su voz y perdiéndola para siempre. Entre ellos sobresalió Ángel de los Reyes, excelente cantaor sanluqueño que nos dejó en 1974 un magnífico elepé para Phillips con la guitarra siempre grande de su paisano Manolo Sanlúcar.
Ahora nos llega Pequeño deseo (Universal, 2.012), su cuarta grabación discográfica que nos deja la María más madura y más flamenca. 13 cantes por derecho que se abren por tanguillos con La calle del Sol, el primer single del disco. Sigue por bamberas (Los rizos de tu pelo), recordando a la Niña de los Peines, y con el cuplé por bulerías Se nos rompió el amor, el clásico de Manuel Alejandro que le sirve para homenajear a la que desde siempre ha sido su artista preferida, la chipionera Rocío Jurado. Continúa marchosa por rumba (Amor, amor) y rinde tributo con mucho sabor por bulerías y tangos extremeños a su paisano Camarón de la Isla, remedando con acierto sus características glosolalias y trabalenguas. Pero aquí no acaba la cosa. Pequeño deseo también incluye dos cantes por tangos (Reina Mora y Con mi cante por bandera), una canción aflamencada (Escúchame), unos fandangos de Huelva (Deja que me lleve el aire), una malagueña del Mellizo (A la mare de mi alma) y un par de tandas por bulerías (Bulerías del padre y Fiesta por bulerías). Durante todo el disco María deja patente su gran afición, rescatando muchísimas letras del repertorio clásico y recordando también el cante de los viejos maestros, Pastora, Caracol, Mojama, Chaqueta y Tomás Pavón, como canta en la fiesta final por bulerías. Para terminar, hasta se atreve con Joan Manuel Serrat en una rumbera versión de “Tu nombre me sabe a hierba”, recogida también en Cantares (2.011), el álbum colectivo de homenaje que, en clave flamenca, la discográfica Universal recientemente ha editado como tributo al maestro catalán.
Habrá que seguir atentamente la evolución de María Carrasco pero de lo que no cabe duda es de un futuro prometedor, avalado por sus excelentes facultades, su amplio conocimiento y la frescura de su juventud. Como canta por bulerías “Vivir y soñar sólo voy buscando mi libertad”. Escuchando este Pequeño Deseo damos fé de que ya la ha encontrado. Y de que, lo que para muchos fue en un principio una grata sorpresa se ha convertido, sin ningún género de dudas, en una firme realidad.
Alejandro Escribano
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