2011/07/26

JUANES El colombiano subió la temperatura del Palacio de los Deportes en un concierto lleno de sus populares «hits»

                                                                         JUANES
En el día de la fiesta de la Independencia colombiana, Juanes tomó el Palacio de los Deportes madrileño con su gira «Parce Tour», que ayer vivió una de sus paradas más felices.


Y es que, en un verano madrileño más frío que de costumbre en cuanto a grandes conciertos, hay que reconocer que el de Medellín lució un directo con enjundia: buen sonido, una banda de músicos conjuntada y un colorido montaje que conquistó a un público mitad colombiano mitad español que enloqueció cuando el de la camisa negra pisó el escenario, puntual como un reloj a las 10 en punto. El Palacio de los Deportes se calentó como si de un microondas se tratara.
Con «Yerbatero», primer single de su quinto disco «P.A.R.C.E.», abrió fuego un Juanes pletórico de energía, sabedor de que posee uno de los repertorios en español con más pegada del panorama musical actual. Quizá por eso se puede permitir, incluso en los primeros compases, gastar balas que otros se reservarían para los bises finales. «La camisa negra», que sonó a los veinte minutos de que comenzara el concierto, es uno de esas canciones que valen por si solas el precio de la entrada. Juanes aprovechó el temazo, bailado en las pantallas gigantes por una chica virtual, para recoger de manos del público dos banderas, una colombiana y otra española, y ondearlas ante el delirio general. Como si se tratara de un torero, al colombiano le cayó encima una lluvia de claveles.
Si alguna crítica ha recibido su último trabajo, -un pequeño traspié comercial al lado de sus trabajos anteriores, millonarios en ventas-, es el de abusar de las baladas y los medios tiempos, con menos garra que sus composiciones más movidas. Por eso, Juanes aprovechó la resaca eufórica de la camisa negra para aminorar el ritmo del show y atacar canciones como «Nada» o «Todos los días», tema en el que sacó a relucir su vena más comprometida y llamó a «despertar la conciencia de una sociedad enferma» y a «echarse a las calles» como si de un «indignado» más se tratara.
Músico antes que cantante, Juanes también lució arte a la guitarra en «Gotas de Agua Dulce» o en «Regalito», entre las más celebradas de la noche junto a «Me enamora», ese tema pegajoso que debe tanto al folklore tradicional colombiano como al rock de Tequila o Coz. En los bises, introducidos por un Juanes generado por ordenador, el colombiano se terminó de meter al público en el bolsillo de la mano de canciones como «Rebelión» o «Mala Gente».
El broche de oro lo puso «A Dios le pido», otra de esas canciones universales que lo mismo se canta a grito en una bar con amigos que en una boda con toda la familia. El Palacio de los Deportes de Madrid, convertido en un karaoke masivo, la entonó como si fuera el himno de un equipo de fútbol. Antes que músico y que cantante, va a ser que el amigo Juanes es compositor. Y de los que quedan pocos.

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