Ese tono dorado de la piel, sobre todo en verano, nos hace sentir más atractivos y lograr un bronceado idóneo también está íntimamente relacionado con la nutrición
Tomar el sol si se hace con moderación y si se siguen unas recomendaciones básicas que marcan los especialistas en dermatología para evitar, no solo las quemaduras sino también complicaciones mucho más severas como el cáncer de piel, también es una cuestión de salud.
Tomar el sol si se hace con moderación y si se siguen unas recomendaciones básicas que marcan los especialistas en dermatología para evitar, no solo las quemaduras sino también complicaciones mucho más severas como el cáncer de piel, también es una cuestión de salud.
Desde hace décadas sabemos que exponer nuestra piel a luz solar permite a nuestro organismo sintetizar la vitamina D, una sustancia que es indispensable para el desarrollo y buen estado de los huesos. Por lo que respecta a algunos trastornos de la piel, la luz solar también reduce los cuadros acnéicos, de psoriasis y los eccemas atópicos. Otro de sus efectos positivos, que apreciamos sensiblemente cuando llega el buen tiempo y los días se hacen más largos, es que ejerce un efecto notable en nuestro estado de ánimo; nos ayuda a sentirnos más activos y positivos, y mejora nuestra percepción de las cosas.
Pero, al margen de estos beneficios, el que se impone con más fuerza y de forma indiscutible es que tomar baños de sol nos hace sentirnos más atractivos. A medida que aumentan las temperaturas mostramos más piel y queremos contrarrestar la palidez lo antes posible. Para ello tenemos una gran aliada a nuestro favor: la dieta. Escoger alimentos que nos permitan potenciar el bronceado de forma saludable es sencillo, únicamente necesitamos conocer cuáles son los ingredientes que necesitamos para cumplir nuestro objetivo e incluirlos en nuestro orden de comidas diario. Nuestra meta es localizar los alimentos que son fuente de beta-carotenos; de vitaminas E, C y B; minerales como el azufre, el selenio, el cobre, el cinc y el manganeso; y de ácidos grasos omega-3. Pero, sobre todo, hemos de mantener nuestra piel bien hidratada por lo que nuestra dieta diaria ha de contar con un consumo mínimo de dos litros de agua. Con la llegada del calor esto resulta bastante sencillo pues nuestro organismo nos pide con más frecuencia que repongamos líquidos a través de un mecanismo que todos conocemos: la sed.
Después hay otros ingredientes que nos interesan mucho, y son los ricos en betacarotenos, las sustancias precursoras de la vitamina A; una sustancia que protege la piel contra los efectos de la radiación solar. Para beneficiarnos tanto de los beta-carotenos como de la vitamina A en el menú tienen que aparecer el tomate, la zanahoria, la calabaza, las espinacas, el melocotón, el albaricoque o las cerezas. Los beta-carotenos son especialmente protagonistas en una dieta para un bronceado saludable porque favorecen la producción de melanina. Una opción más que válida es que en nuestro desayuno, por ejemplo, incluyamos un zumo de naranjas y zanahoria.
Uno de los efectos de la radiación solar es que acelera el envejecimiento de la piel, pero podemos tratar de contrarrestarlo con la ingesta de vitamina C, que es un potente antioxidante, y que nos proporcionan la naranja, el pomelo, el limón, el kiwi, la guayaba, el kiwi, la soja fresca, el pimiento, sobre todo el verde, la patata, el brócoli o el perejil.
Otra vitamina, la E, también es antioxidante pero, además, resulta imprescindible a la hora de confeccionar nuestro menú para un bronceado sano, y es que contribuye a reparar las lesiones que el sol infiere a la dermis. Una de las fuentes más cercanas de vitamina E de nuestra gastronomía es el aceite de oliva; no puede faltar en todas nuestras ensaladas y como aliño de verduras en las comidas.
Siguiendo con otro tipo de grasas que no nos pueden faltar, las nueces y el pescado azul como el bonito del norte, el atún, las anchoas o la caballa nos proporcionan ácidos grasos omega-3 que contribuyen a reducir la deshidratación de la piel.
Por último, los minerales. Las legumbres, que en verano están deliciosas en ensaladas, los espárragos, la cebolla, el ajo y el huevo, son fuente de azufre que combate la pérdida de elasticidad de la piel ya que participa en la síntesis de colágeno. La leche y todos sus derivados como el queso o el yogur aportan cinc que actúa contra las quemaduras. Los champiñones, la carne y la levadura de cerveza son fuente de selenio, que favorece nuestro sistema inmune. Y para aprovechar al máximo la vitamina E necesitamos manganeso que está, por ejemplo, en los cereales integrales.
¿Sabías que…? Se calcula que aproximadamente el 39% de la radiación UVA alcanza la dermis, la segunda capa cutánea que se encuentra inmediatamente después de la epidermis. El efecto a corto plazo de esa radiación es la llamada pigmentación cuyo resultado es el bronceado.
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