BVA. Fijemos estas siglas. No, no es un nuevo trabalenguas bancario. Hablamos de genuino y neto rock&roll. De las iniciales de tres apellidos que respiran rock y rhythm and blues y que, desde las premisas de sus sólidas carreras musicales, se han reunido para grabar un disco que aúna cimientos, profesionalidad y un gozoso respeto por el rock y su larga historia hasta el presente.
El proyecto de este disco nace durante la gira “Live Wire”, que Vargas Blues Band realizó en 2010. Fue el manager Tony Tillota quien sugirió a Javier Vargas la posibilidad de una reunión con una de las mejores secciones rítmicas: el bajista Tim Bogert y el baterista Carmine Appice. Tony, desde su agencia con sede en Hamburgo, les había organizado giras con Vanilla Fudge por Europa. Vargas conocía y admiraba el trabajo de los dos músicos.
Tim Bogert (neoyorkino del 44) cruzó su vida en 1966 con Carmine Appice (neoyorkino del 46) cuando Vanilla Fudge, ensimismado en su psicodelia irrumpió y asombró la escena musical. Seguirían juntos en Cactus entre 1970 y 1972 y al año siguiente, junto a Jeff Beck, formarían Beck, Bogert y Appice. Este último trabajaría con Rod Stewart y realizó colaboraciones puntuales con Pink Floyd y Ozzy Osbourne; mientras Bogert trabajaba con Bob Weir (ex Grateful Dead), Rick Derringer y, de nuevo con Appice, en una eventual resurrección de Vanilla Fudge.
La peripecia musical de Javier Vargas (Madrid 1958) nos es más próxima. Ha grabado 16 discos de estudio con Vargas Blues Band, tres en directo y varias recopilaciones conmemorativas de sus 20 años de trabajo con la banda. Su guitarra se ha cruzado en los escenarios y estudios con Carlos Santana, Miguel Ríos, Glenn Hughes, Raimundo Amador, Prince, Andrés Calamaro, Devon Allman, Jack Bruce y Elliot Murphy entre otros.
Vargas contacta con Appice que propone grabar en el Hit Track Studio de Las Vegas. Tom Parham, ingeniero de sonido y propietario del estudio les habla de un gran cantante, Paul Shortino (ex Rough Cut y Quiet Riot), residente en Las Vegas y candidato perfecto para ser la voz de la banda. Completando el círculo, Javier habla con Tim Bogert que manifiesta su alegría por volver a tocar con su viejo compañero y formar parte de este nuevo proyecto. Queda por definir el repertorio. Hablan de escribir nuevo material, pero Javier, que llevaba años deseando grabar un álbum de versiones, les convence. Son el grupo perfecto, con un sonido poderoso para recuperar grandes clásicos del rock y del rhythm&blues.
Diez temas definen el disco. “Lady” de Beck, Bogert y Appice abre con mesura y contundencia el menú. Le sigue “Surrender” el célebre y feliz himno de Cheap Trick, festivo y coreable, contagioso como el original. “Right On” de Ray Barreto, caliente y colorista, es otra cara del poliedro musical que es este trabajo. “Parisienne Walkways” del 78 y cosecha del recientemente desaparecido Gary Moore, suena ensoñador y melancólico en las evoluciones virtuosas de Javier Vargas y su guitarra. “ You Keep me Hangin´ On”, el viejo tema de Holland, Dozier y Holland que se fijó más en nuestras mentes (con permiso de las Supremes) tras la lectura psicodélica de Vanilla Fudge en 1976. “ Soul of Love” de Paul Rodgers, el frontman de Free, que pudo sustituir en su día a Jim Morrison a la cabeza de The Doors. “Black Night”, el tema hard-rock de 1970 que les valió un número dos en las listas británicas a Deep Purple. “It´s a Long Way to the Top”, editada en el 76 y convertida en la llave mágica para abrir los grandes shows de AC/DC. “Tonight´s the Night”, también del 76, sofisticado canto amoroso de Rod Stewart y , cerrando el disco, “Over My Shoulder” el superhit del 94 firmado por Mike Rutherford y Paul Carrack y que colocó en la cima de la popularidad a Mike & The Mechanics.
El 1 de febrero de 2011 comenzó la grabación de los 10 temas. Sin ensayos previos, con unos arreglos preparados por Javier Vargas que ofició de productor y en tan sólo ocho días, el supergrupo deja listas las diez canciones del álbum. Lejos de reverentes ortodoxias y del disfraz de una puesta al día contemporánea, el material va grabándose al estilo de finales de los 60 y cada sesión es grabada también en vídeo de alta definición bajo la dirección de Mario Ruíz, con intención de documentar el proceso de grabación y realizar dos videoclips.
Aquí tenemos la vieja base del rock. Guitarra, bajo y batería, con apuntes puntuales de teclados y viento, a la que se une Paul Shortino, dueño de una voz caliente y un fraseo mesurado, perfectamente acoplada a la banda. Solistas todos, conjunto total. El resultado es óptimo. Un placer supremo y perdurable para los amantes del rock con mayúsculas. Ni más, ni menos.
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